Todos
los ciudadanos insulares hemos soñado alguna vez con ver la nieve y sobre este sueño
quiero escribir, pero antes de empezar, me gustaría que tú que estás leyendo
esto, lo tomes como referencia a la hora de decidir si vivir esta experiencia,
o para aconsejar a tu hijo llegado el momento.
El
viaje a la nieve, como le llamamos en el Cristo al viaje de fin de estudios que
realizamos en 2º de Bachillerato no solo intenta cumplir este sueño que tenemos
de ver un paisaje nevado, sino hacernos conectar y conocernos un poco más allá
de la franja de ser compañeros. El estar en un ambiente menos formal hace mucho
más sencillo que de costumbre el hecho de conocernos mejor y entablar
conversación. Puede que lleves seis años con un compañero o con el que menos
dos, y tal vez ni siquiera hayas entablado una conversación de verdad con esa
persona, por eso aunque te intenten describir este viaje, hasta el momento en
el que lo vives no te das cuenta de lo realmente especial que es. Por mi parte,
hasta que no realicé esta actividad no me di cuenta de que llevaba dos o
incluso seis años con algunos compañeros y realmente no conocía prácticamente
nada de ellos.
Yo,
desde mi experiencia, he de decir que llevo seis años en el instituto y desde
antes de matricularme, ya me comentaban que lo mejor del Cristo era que es un instituto
muy familiar, pero realmente para un niño de once o doce años esto no significa
mucho y no entiendes exactamente a qué se refieren. Según vas creciendo y van
pasando los años te vas percatando poco a poco de lo que significa y de lo
realmente importante que puede ser, pero tristemente no es hasta el último año
cuando empiezas a valorarlo de verdad y sinceramente es una pena, porque
únicamente en el momento en el que te das cuenta de que el año que viene ya no
estarás más por esos pasillos, en esas aulas o con los mismos profesores, es
cuando empiezas a apreciarlo de verdad y ya apenas te queda tiempo para dejar
de disfrutarlo.
Acorde
con lo anterior, una de las cosas que más aprecio del viaje y que más recordaré,
es el hecho de haber tenido la oportunidad de conocer a nuestros profesores Lolo
y Johnny, un paso más allá de lo escolar. Son dos profesores que desde que llegas
a 1º de ESO te imparten confianza, pero si es necesario son estrictos y nunca
pasan los límites establecidos en el respeto entre alumno y profesor. Sin
embargo en los viajes y convivencias es diferente, tanto en las de Garañón como
en las otras diversas que hay durante los años de ESO y Bachillerato. En esas
actividades tienes la oportunidad de conocerlos en un ambiente más relajado y
en el viaje es aún mejor. A mi suponer, al nosotros ser los mayores del
instituto ellos se sienten un poco más confiados y cómodos, por no tener que estar
“vigilándonos”, lo que nos permite conocerlos a nivel personal o como amigos
más que profesores, y eso es algo que se valora muchísimo.
Ahora
centrándome más en lo que es el viaje a la nieve, puedo decir que es único. Ya
desde el primer día estaba satisfecho porque nos dieron tiempo para pasear por
la Ramblas de Barcelona y pude visitar varios sitios que para mí eran de mucho interés.
Cada día iba a mejor. No diré que esquiar es sencillo, pero desde que le coges
el tranquillo es como si fueran tus movimientos naturales y se puede aprender
bastante rápido. El viaje vale mucho la pena porque no solo esquiamos, así por
ejemplo, tuvimos la oportunidad de dar un paseo a caballo bastante largo, montando
cada uno a su propio caballo. Estuvimos en balnearios de aguas termales y todas
las tarde visitábamos lugares o pueblos típicos de la región de la Cerdaña en
el Pirineo de Cataluña o Francia. Cabe destacar que gracias a estas visitas
pudimos ver entrenar a Maialen Chourraut - ganadora olímpica de K1 en Río 2016
– en el parque olímpico de La Ceo de Urgel.
Pero
sin duda, lo mejor del viaje que no tiene comparable, fue la sensación que te
produce el llegar a la cima de una montaña tras varios minutos en uno o dos telesillas,
a más de 2.000 metros de altura y apreciar el horizonte, ese momento en el que
te quitas las gafas de sol y ves todas las cordilleras que hay a tu alrededor y
el magnífico paisaje nevado que llega más allá de donde alcanza la vista. Eso no
tiene precio. Al igual que la sensación de libertad que te produce el bajar
deslizándote rápidamente por las pistas mientras charlas con tus compañeros y
pasas por tramos entre árboles nevados y lagos congelados.
Por
todo lo que he dicho y por más que no quiero contar para no desvelarte a ti que
lees esto, todo lo que puede ser para esta vivencia, diré que sinceramente la
recomiendo y la repetiría una y mil veces. Me gustaría terminar agradeciéndole al
Instituto, a Johnny y a Lolo, el habernos dado la oportunidad de vivir esta
experiencia que nunca olvidaré y recomendarte a ti, alumno o padre, que estés
leyendo esto que no dejes pasar la oportunidad, que te aseguro que no te
arrepentirás.
Daud Omar Abed Pérez.
2º Bto. C